lunes, 30 de noviembre de 2015

Y si hablamos de Literatura…

Escrito el día 19 de noviembre de 2015, después de llenar la tripa, a eso de las tres de la tarde.


Sin necesidad de extenderme ni entrar en valoraciones por considerarlo, además de absurdo, innecesario; decir que:

Existen dos tipos de Literatura, la comercial y la clásica. La primera consiste en entretener al lector y obtener el máximo de beneficio; la segunda, además del entretenimiento y obtener algún tipo de beneficio, conlleva implícito en el interlineado de la historia un mensaje con la intención de persuadir al receptor.

Las editoriales, en la actualidad, se decantan más por la literatura comercial, siempre y cuando la persona que lo haya escrito cuente con el potencial suficiente de seguidores, amigos o familiares sin tener en cuenta el valor literario del resto de las obras que son rechazadas por venir de la mano de personas anónimas.


Con los escritores ocurre otro tanto de lo mismo. El escritor comercial, además de entretener, su objetivo principal es ser reconocido y, por ende, aumentar el número de ventas en el menor tiempo posible; el clásico, por el contrario, su objetivo es que, además de entretenidos, sus libros sirvan de aprendizaje y conduzcan a la reflexión, con la intención de animarles a dar un paso hacia delante; en mi caso, la intención no es otra que la de hacer llegar al mayor número de personas lo que encierran en el interlineado mis escritos, sin que por ello tenga que renunciar al patrocinio o socorro de quienes después de leer mis obras consideren que merezco algún tipo de recompensa, y que, por supuesto, siempre será a merced de su generosidad.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Recuerdos y sabores…

Escrito el 30 de mayo de 2013

Hoy, al acompañar a mi mascota para que diese rienda suelta a sus esfínteres y corretease por las inmediaciones de mi única residencia.

Al llegar a la campa que está situada en las traseras del edificio que está en frente del Centro de Atención Sanitaria, Miranda Este, me ha llamado la atención el armonioso y variado trinar de un jilguero que, gritaba a los cuatro vientos, a pecho descubierto, desde lo más alto de una preciosa y florida acacia. Al contemplar la escena me he visto trasladado a mi infancia, allí encaramado en el grueso tronco del árbol de acacias que estaba bajo mi casa, el mismo dónde al caerme de una de sus ramas me golpee en mis partes más nobles; pero aun así, después de aguantar como pude y sin caerme del árbol logré conseguir aquel racimo de flores tan llamativo con el fin de comérmelo… Los chavales de mi barrio, los de La Data, teníamos por costumbre de comer aquellas bellas y dulces flores, no por necesidad, sino por puro placer. 

Pues bien, hoy, después de 30 años y de lo narrado en el párrafo anterior, no he podido resistir la tentación de coger un racimo y llevármelo a la boca. El resultado no ha sido, ni por asomo,  el esperado por mis papilas gustativas ni por el almacén de mis recuerdos, es decir, las neuronas encargadas de almacenar todo cuanto sucede y ocurre en nuestro interior y exterior desde el primero y hasta el último de nuestros días…

Después de haber ingerido dicha decepción me he replanteado una pregunta y he llegado a estas conclusiones:
Tal vez, la causa sea por el hecho de que los tiempos han cambiado y al no corresponder la climatología ni que el aire esté compuesto como entonces, puede que sea el motivo de tan distinto olor y sabor de dichas florecillas, o quizás, lo que haya cambiado realmente hayan sido mis pupilas gustativas por el paso de los años. En fin, ¡vete tú a saber, el porqué!, sea como fuere, el caso es que he disfrutado recordando aquellos días, olores y sabores, pues, ¡afortunadamente para mí!, aún guardo aquel melífero sabor así como su dulce fragancia almacenado en algún lugar de mi testa.

¡Qué bueno es poder recordar con cariño y satisfacción cualquier tiempo pasado!, es como si uno lo estuviese viviendo en el mismo instante.

Mis antepasados no me dejaron en herencia dinero ni tierras ni inmuebles, pero sí la genética que me permite almacenar todo aquello que, por alguna razón, significó algo para mí, y, gracias a ello, a día de hoy, gozo de los placeres que me proporciona el contar con una buena memoria.


sábado, 28 de noviembre de 2015

Crítica a las Fallas...

Escrito el 26 de mayo de 2013

Me parece bochornoso que en la situación que nos encontramos al menos 6 millones de parados que digan que para salir de la crisis haya que recortar en Sanidad, Educación... y, en cambio, permitan estos disparatados festejos donde uno de los premios consta de 400 mil euros. Pero ¿en qué país vivimos? Entiendo que si hay que apretarse el cinturón estas cosas deberían ser las primeras en dejar de festejar ya que no creo que esté España como para tirar cohetes, o es otra parrafada de esas a las que nos tienen acostumbrados (vacunas, vacas locas, gripes, sida...) me parece una aberración que sufrimos quienes hemos perdido no solo el trabajo, sino también el poder adquisitivo y me temo que como sigamos así perderemos la capacidad de sobrevivir mientras que  el   divierte tirando cohetes y viviendo por todo lo alto. Con lo del macro botellón pasa otro tanto de lo mismo y no creo que así podamos demostrar al resto de Europa si nuestra lamentable recesión económica es real o fingida porque al final nuestros actos como españoles frente al mundo son incoherentes con lo que manifestamos y daremos pie a que pasen de nosotros alegando que somos un país que vive por encima de sus posibilidades y que cuando la UE dice que hay que recortar no es compatible con ponerse a tirar por la ventana el poco dinero, que  según ellos, los que nos gobiernan, hay para sacar el país adelante, pero que por las noticias todos sabemos los millones y millones de euros que se están llevando a paraísos fiscales estos  sinvergüenzas que se supone accedieron al cargo como consecuencia de hacernos creer que serían quienes nos representarían y se encargarían de mantener el bienestar social que habíamos alcanzado tras el esfuerzo de quienes en su día no les importó incluso morir por defender sus ideales en beneficio de la sociedad.

A día de hoy, estos sinvergüenzas juegan con ventaja, ya que, incluso en el hipotético caso de vernos obligados a tener que robar para comer, el castigo también será diferente porque hasta para eso se benefician por el hecho pertenecer a distinta clase social. Eso, a mi entender es algo injusto, ya que, el que roba  es un ladrón y como tal debería de dejar de contar  de privilegios y aquellos que no cumplan ni respeten las leyes tampoco hay que aplicarles las que les beneficien. Ya solo me faltaría que ahora, alguno me corrigiese diciendo que no respeto las normas gramaticales. Después de contemplar cómo vivimos en un mundo dónde casi nadie respeta  leyes ni normas.



Cosas que acontecen en mi ciudad... 8

Escrito en mayo de 2011
Mis derechos han sido vulnerados una vez más y me siento indignado.
Ayer, me dirigí a una de las Notarías que hay en Miranda de Ebro, ciudad donde resido desde hace 17 años, con la intención de informarme sobre el costo de tramitación de inscribir en el registro un Testamento Vital  o Instrucciones Previas y Voluntades Anticipadas, como mejor entiendan. Llegué a la oficina, a eso de las doce y media, me recibió un señor, el cual que me atendió correctamente en todo momento e incluso hablamos hasta de un posible testamento abierto donde dejar las últimas voluntades referente a mis pertenencias e incluso acordamos el precio del Vital y que acudiese al día siguiente sin necesidad de solicitar cita previa, que una compañera me atendería sin ningún problema y me apuntó en un folio la documentación que tenía que presentar para poder redactar dicho testamento.
A primera hora de hoy, he acudido a la Notaría y me he dirigido hacia el mostrador de información:
   —Hola, buenos días. Estuve aquí ayer y el señor que me atendió me dijo que me pasara hoy por aquí…
   —Buenos días, ¿cómo se llama usted?
   —Francisco Izquierdo.
   —No consta su nombre en el apartado de citas previas —respondió después de teclear y revisar la pantalla del ordenador.
Le expliqué lo que habíamos acordado el día anterior su compañero y yo. Ella se levantó y caminó hacia un despacho contiguo, al cabo de un par de minutos regresó junto a mí.
   —Sí, tiene usted razón, pero la persona que le tiene que atender está ocupada, ¿podría volver dentro de media hora o así?
   —Sí claro, ¡cómo no! —le dije y decidí salir a tomarme un café, justo enfrente del edificio y regresé exactamente veinte minutos después convencido de que sería atendido sin ningún problema; pero nada más allá de la realidad, al cabo de otra media hora me acerqué de nuevo a la chica que estaba para informar y le hice un gesto con la cabeza en señal de pregunta. Ella me miró y se encogió de hombros al tiempo que se levantaba y conducía sus pasos al susodicho despacho.
   —Ahora enseguida le atienden —me dijo antes de retornar a su puesto.
Asentí con la cabeza y esbocé una sonrisa tan imperceptible como efímera y quedé a la espera de nuevo. Al cabo de diez minutos, una tipa mal encarada, no por fealdad, sino por tener cara de pocos amigos, barrió la sala con la mirada y al percatarse de que no la quitaba el ojo de encima.
   —¿Es usted Francisco Izquierdo? —preguntó con un tono tan despectivo como aquel que tiene frente a sí a alguien que le debe una ingente cantidad de dinero y sabe perfectamente que no se lo va a pagar.
   —Sí —dije a la par que me ponía en pie.
   —Puede pasar —me indicó secamente.
   Una vez en el despacho, le informé de todo cuanto habíamos acordado el día anterior su compañero y yo.
   —Ya, le entiendo, pero es que hoy no le van a poder atender, solo hay un notario y está esperando a unos clientes así es que tendrá que esperarse hasta el lunes o el martes que viene, ya que mañana no abrimos.
   —Bien, sin ningún problema; pero, si no le importa, le abono sus honorarios y me hace usted un escrito en el que conste que el testamento Vital se está tramitando, porque nunca se sabe lo que le puede ocurrir a uno —le dije tratando de convencerla, pero no hubo forma; se levantó y se introdujo en otro despacho y, al cabo de unos minutos, salió acompañada de la señora notaria: quien  no con muy buenos modales y sí muchas prisas, por el hecho de que en aquel momento habían aparecido por allí un par de empresarios de Miranda y dedicados a la construcción.
   —Quiero que sepa usted que, además de ser consciente, entiendo y admito que pueda haber personas que solo les muevan los intereses económicos; pero, que por muy importantes que estos puedan ser, para mí lo es mucho más el hecho de, llegado el día, poder gozar de una muerte digna. ¿Tanto le cuesta a usted firmar un papel donde se reconozca que se está tramitando ese documento? Ella, se ha negado rotundamente y creo, a mí entender, que no afirmo, que posiblemente para ella eran más beneficiosos los documentos de los señores importantes. No hemos discutido, porque soy una persona pobre, pero con educación y respeto.
   —Espero que al menos entienda que para mí, lo más importante es mi vida y forma de morir. Adiós, que tengan ustedes un día productivo —dije antes de girarme y dirigir mis pasos hacia la salida.
Nada más poner el pie en la Calle de La Estación, decidí acudir a otra de las Notarías que hay en la ciudad y, para mi sorpresa, hago saber que no solo me han atendido correctamente, sino que, además de sentir la cercanía y la calidez de las personas que allí trabajan, me dejaron las cosas casi concluidas, pues no solo era cuestión de ellos y me he venido feliz y satisfecho  por todo  y con  más de la mitad  de mi dinero en el bolsillo . Brindo por las personas que piensan que no todo en la vida es dinero. Desde aquí agradecerles y hacerles saber que gracias a personas como ellas, son las que me hacen ver que la vida vale la pena y que aun con sus circunstancias negativas. La veo, la vivo, la pienso, la siento y la describo: Como algo Maravilloso.
Y, «aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid», gritarle al mundo entero desde mi ventana que: ¡Ya está bien! Que esos gobiernos y países que se niegan a darnos el derecho de morir dignamente, argumentando que es por moralidad y tantas estupideces como dicen e inventan. ¿Quién mejor que uno mismo para decidir qué hacer con su propia vida o de qué manera terminarla?
Pido desde aquí: que la Eutanasia sea un derecho real para esas personas que tenemos tantas obligaciones que incluso en el caso de no estar de acuerdo nos obligan a cumplir. ¡Eutanasia libre y gratuita!, y dejad a un lado los verdaderos intereses ocultos: negociar incluso con algo tan desagradable como es la muerte. Creo que es un derecho que nos pertenece, y, aquel que no quiera que se cumpla, pues, que se gaste los dineros en tramitar el testamento de: Quiero vivir, sufriendo y agonizando y que si la enfermedad no es lo suficientemente dura y cruel. Llegado el caso, autorizo a que me causen incluso más dolor, con todo aquello que éstos que defienden mis intereses piensen y me aseguren una larga y destructiva agonía.
«Señores» políticos, ¡déjense de estupideces y déjennos  al menos morir dignamente, ya que durante toda nuestra existencia  no les hemos reportado más que beneficios a los poderosos: ¡Abajo la ostentación del poder! ¡Basta ya, de tantas falacias «señores» que dirigen el Mundo!, ¡basta de tanta Demagogia!, y dad al pueblo gratis lo que a este le pertenece por Ley y Naturaleza.






viernes, 27 de noviembre de 2015

El otoño y las setas.

Escrito el 18 de noviembre de 2015


El día 4 de noviembre, a pesar de las escasas lluvias caídas, siendo consciente de que aún era demasiado pronto, me fui a buscar setas a un cercano monte. De antemano, sabía que para encontrar Níscalos me las iba a ver muy justo, no porque me considere un experto en setas, sino porque todos los años me ocurre lo mismo; pero, como en ese sitio, con las primeras aguas brota por doquier la Macrolepiota procera no pude contenerme y a eso de las once salí del barrio…, y una hora después estaba bajándome del coche en las inmediaciones de donde vivo. No fueron muchas las que cogí, pero sí, las suficientes para preparar un par de platos de Lepiotas rebozadas: que es como más me gustan.





Esta mañana me he levantado como todos los días, a eso de las seis y media, para leer la prensa local y la de la ciudad que me vio nacer allá por el año 1963, con el fin de dejar subidos un par de aportes o tres en el grupo y dejar algo en otros que suelo visitar con frecuencia, responder correo electrónico y si se dan las circunstancias contestar a cualquiera que haya dejado escrito en cualquiera de los grupos existentes en la ciudad y después, me he puesto a escribir una hora más o menos en el borrador que tengo entre manos, he desayunado y, tras bajar a mi mascota para que libere de tensión los intestinos, la vejiga y sus engarrotados músculos, tras pasarme por la panadería que está enfrente de Centro de Salud Miranda Oeste, he regresado a casa, he cogido una de las cestas de mimbre que utilizo para ir al monte, he echado en ella una pequeña navaja que lleva conmigo desde que me instalé en la ciudad, y, a eso de las once, estaba a la altura del Vertedero Municipal.


Las dos y cuarto marcaban las manecillas del reloj que está ubicado en la cocina, cuando me disponía a tomar asiento para comer, después de haber cocinado estos anhelados y deliciosos Níscalos. No son muchos, pero sí, los suficientes para un par de catas o tres y, posiblemente, con esta salida cierre la temporada de setas; ya que tampoco es conveniente abusar de su recogida e ingesta.




La Vida y el Amor...

Escrito el 1 de noviembre de 2014

Creo que el amor así como la vida no son más que sentimientos donde encuentras mezclados tanto el dolor con el sufrimiento como con las alegrías y las ilusiones… Y, que dependiendo de la capacidad de interpretación bien puedas disfrutarlas juntas o por separadas. También, considero que depende de la forma de actuar de cada uno.

Tanto la vida como el amor pienso que tratan de un drama y las personas somos los actores y, que por lo tanto, la vida se desarrolla en actos alternos y en lugares y situaciones distintas y, que entre una y otra cosa: transcurre el paso del tiempo.

Es por ello, que considero que siempre será mejor un drama que una tragedia, o incluso pienso que sería mejor intentar vivirla  como en una comedia, es decir, tratando de  vivir la vida cotidiana, las situaciones tristes y dramáticas: expresadas desde el sentido del humor.


«Sería la manera más acertada para vivir con plena satisfacción», pienso.

Crítica a los medios de comunicación...

Escrito el 14 de octubre de 2014

Estar informados de todo cuanto ocurre a nuestro alrededor es un derecho, pero desde mi punto de vista, considero que algunos medios de comunicación son excesivamente explícitos con algunos temas; me refiero, a la información de sucesos violentos. Los explican con tantos detalles que no sé si son necesarios: pues, lo único que consiguen es herir la sensibilidad de quien recibe la noticia y, a la par, motivar a los que cometen los actos vandálicos por el hecho de ser noticia.

Considero que hay temas como el Medio Ambiente, la supervivencia en el mundo... mucho más instructivos e interesantes y, también, creo que los pudientes podrían aunar fuerzas y tratar de que, aquellos que habitamos en el mundo sin necesidad de estar tan bien informados, pudiésemos contar medios suficientes para poder llevar una vida digna… y opino, también, que hay asuntos más atrayentes que saber con quién se ha acostado una persona famosa: algo que está al orden del día en cualquier medio de comunicación y aún más en el mundo del corazón.

Me causa impotencia y dolor contemplar como derrochan y malgastan el dinero de esa forma, y aún más, sabiendo que hay tanto por hacer; como por ejemplo, una de las que entiendo más importantes: tener un trabajo que te permita cubrir las necesidades básicas como son el Alimento, la Vivienda, el Bienestar Social…


Por otra parte, es lamentable como se encuentra el país, vemos y leemos todos los días los sueldos disparatados que tienen algunos, por ir a hacer el tonto, cuando a otras personas les cuesta llegar a fin de mes incluso teniendo un trabajo estable. Y, llegados a este punto, decir que: podría extenderme más, pero creo que es más que suficiente…

jueves, 26 de noviembre de 2015

Pescar a distancia...

Escrito el día 19 de septiembre de 2011

Hace un par de días, paseando por las riberas del Ebro; a la altura de donde estaba ubicada la desaparecida, estática y portátil plaza de toros: observé que estaba pescando un señor que conocí hace algún tiempo, prácticamente desde que llegué a la ciudad donde resido desde hace 17 años, y decidí acercarme. Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar la forma en que estaba pescando y, aunque no le comenté nada, me limité a saludarle:

   —Hola, buenos días amigo, ¿qué tal se da la pesca?

   —Bueno, aquí estoy pasando la mañana y, aunque no cain muchas, alguna si que cai.

Me llamó la atención que estaba pescando de orilla, con flotador y utilizando masilla y maíz dulce cocido como cebo y, después de un ratito de conversación, de cómo estaba el día, de cómo seguía la vida, que si trabajaba, que si patatín, que si patatán...:me despedí de él para continuar con el paseo matinal.

Durante el trayecto, me vino a la memoria que tiempo atrás, recién llegado a la ciudad, aprovechando que el río está cerca de casa y que me encanta pescar, acudí con mi apreciada y veterana* caña y, casualmente, me encontré con el susodicho y situándome a unos diez metros, tal y como está contemplado en la normativa, preparé los aparejos, recebé cerca de la orilla con unos granos de maíz y unas bolitas de masilla* más o menos del tamaño de los garbanzos y al cabo de unos minutos me dispuse a pescar, sin más.

   —Aquí, en este río solo se pesca a fondo y con lumbrí o cucharilla.

   —No se preocupe, que en Extremadura, que es de donde soy, se pesca tal y como lo voy a hacé.

   —No creo que cojas na pescando asín… los peces están acostumbraos a comel las cosas que abajan río abajo, asín que ni el pan ni el maí valen pa pescal aquí.

   » y asín mucho menos entavía —dijo, riéndose descaradamente, al ver que me disponía a pescar casi en la orilla—: tendrás que pescal como yo y lanzá hasta la otra orilla pa que cojas alguna.

   —Bueno, el tiempo dirá quien tiene razón amigo… y si quisiera pescá en la otra orilla, me pondría a pescá desde allí mismo.

Él, tozudamente, insistía en su proposición y persistía en alcanzar la otra margen, sin tener en cuenta el excesivo ruido que producía el plomazo al entrar en contacto con el agua pudiese conllevar que los peces se espantasen, aunque he de reconocer que de vez en cuando apresaba alguna que otra pieza. Por el contrario, aquel día no capturé ninguna, y lo atribuí a que, además de ruido, no paraba quieto ni un par de minutos: continuamente estaba sacando las dos cañas con las que estaba pescando. A mí me bastaba con mi estimada y, tal y como tengo costumbre desde mi adolescencia, aparejando la línea con dos anzuelos, uno con maíz y el otro con masilla.

Las horas pasaron casi tan inadvertidas como los segundos y, a eso de la una y media, nos despedimos con la familiaridad de los que se conocen de toda la vida.

Unos días después, acudí al lugar y, tras proceder con el mismo ritual, a los pocos minutos, surgió el efecto deseado: barbos y carpas, después de vencer sus temores internos, optaron por resolver su curiosidad y cubrir la necesidad vital entrando al trapo, y, por ende, comenzó a satisfacerme la frenética actividad. Y, durante uno de esos espacios que median entre picada y captura, me percaté de que a lo lejos había alguien observándome, con los antebrazos apoyados sobre la barandilla del puente de Hierro y, a pesar de que por aquel entonces gozaba de una vista de águila, por la distancia, no logré reconocerle; pero, unos minutos después, salí de dudas: se trataba de la misma persona.

   —Paece que se da bien la cosa…—dijo a modo de saludo.

   —Hola, buenos días. Sí, así es.

Como siempre, para no faltar a su mala costumbre, empezó a moverse de aquí para allá y al cabo de un rato.

   —Tiene güevos la cosa… ha sio vení yo y dejá de picá…

   —Es que pa pescá a boya hay que está solo, no hacé ruido y evitá los movimientos bruscos pa que no se amedrenten los peces.

   —¡Ja, ja, ja,…!, que cosas tienes… ¡Ja, ja, ja,…!..., no sabía yo que los peces son tan listos… ¡Ja, ja, ja,…!

En fin, creo que el tiempo, como siempre, ha dejado claro quién tenía razón, que se puede estar pescando en una orilla y pensar que lo estas haciendo desde la otra; ya que, los peces no son tontos y, además saben que, cuando voy al río les echo de comer, me divierto pillándoles y devolviéndolos al agua lo antes posible para evitar cualquier tipo de sufrimiento innecesario. Y, cuando me voy, además de echarles el resto de comida que llevo para capturarles, procuro dejar la orilla limpia de restos: con el fin de que se mantenga en condiciones para que podamos disfrutar pescando sin necesidad no acabar con los peces ni con el entorno; ya que entiendo es una forma de evitar que desaparezcan las especies y el hábitat.

Nota:
*La masilla es pan reblandecido con agua que, tras ser oprimido para sacar el exceso de agua y amasado, la homogeneizada mezcla es muy similar a la de cualquier masa para hornear; pero después de conseguir que esta adquiera una textura capaz de resistir durante un tiempo bajo el agua y a la vez tan flexible como para que la puedan aplastar los peces al apretar el hocico y puedan ser capturados con un certero y suave tirón por parte del pescador.

*La veterana caña lleva conmigo desde que me licencié del servicio militar, hace ya casi 27 años y, a pesar de que tengo varias más, la sigo utilizando porque es la que mejores momentos me ha hecho pasar junto a la orilla de los muchos ríos que he visitado.

*Pescar a fondo, consiste en plomear la línea en la línea, es decir, poner un determinado peso para fijar el cebo al lecho del río y/o para lanzar lejos de la orilla: este método es muy utilizado por personas poco expertas o que dejan que los peces se claven el anzuelo solos, sin más arte que el de la paciencia que hay que tener para estar esperando a que se den las circunstancias apropiadas que garanticen la clavada.

*Pescar con flotador o boya, radica en tener la caña en la mano todo el tiempo y estar pendiente de la mínima intuición y/o movimiento para clavar los pescados y, además de ser más excitante y satisfactoria, te permite graduar a la profundidad que quieras o intuyas puedan estar los peces e incluso puedes hacerlo con el cebo depositado sobre el lecho y evitas hacer ruidos innecesarios.

ACRÓSTICO 2

Escrito el 21 de octubre de 2013

AGRADECIMIENTO

Raras veces los adultos, decidimos volver a estudiar.
En mi caso, en concreto, me lo exige la sociedad.
Algunos acuden, simplemente por el hecho de aprender.
Lo normal es por adquirir un poco de cultura general.

Aunque, no todos con la misma ilusión.
Quedan pocos recuerdos de los estudios primarios.
Ultimamente, es mayor la asistencia a centros de adultos.
En algunos casos para evitar la rutina y el aburrimiento diarios.
Naturalmente, me refiero a los de mayor edad y hay muchos.
De nosotros depende, que consigamos el propósito.
Entendamos por el empeño en conseguir el objetivo.

Es la oportunidad de superar, nuestro anterior fracaso escolar   
Siempre y cuando prestemos atención a los…
Profesores que con esmero y dedicación, nos enseñan.
Además de la calidez humana que nos brindan desinteresadamente. Es nuestra obligación demostrar la efectividad de su trabajo mediante el número de media en obtener el tan ansiado Graduado en Educación Secundaria Para Adultos.

P.D.: Real Aquende es el Centro de Educación de Adultos  donde cursé hasta el primer trimestre de 4º, y, por razones que no es menester explicar, abandoné los estudios sin conseguir el tan anhelado deseo de aprender a resolver las ecuaciones ni hacerme con el diploma.


miércoles, 25 de noviembre de 2015

Caminando por la vida 2…

Escrito el día 19 de noviembre de 2015

Son muchas las personas que no entienden el porqué hay gente que vamos a caminar, al monte, a pescar o dónde quiera que vayamos lo hagamos en solitario. Más que nada, según dicen ellos, es por las desgracias y/o peligros que nos puedan estar acechando en cualquier lugar…

Y, que conste que no les quito la razón; pero, además de que no soporto a las personas que cuando van al monte caminan sin mirar hacia el suelo para evitar acabar con la vida de cualquier ser vivo, o cuando acuden a pescar se comportan de manera incivilizada, es decir, sin respetar a los animales, las plantas ni el entorno; o cuando te acompañan a caminar y no te dejan gozar ni sentir lo que la naturaleza te regala de manera desinteresada y un largo etcétera, pienso que si a la vida venimos solos y cuando nos vamos de esta lo hacemos de igual forma, ¿qué sentido tendría que tuviésemos que estar acompañados a todas horas? Es más, quienes me conocen o hayan leído algo de lo que escribo, saben que necesito estar solo muchas horas al día para poder cavilar sobre aquellas cosas que me atraen o preocupan, siento necesidad de escribir y compartir sin tan siquiera saber el porqué; pero es algo que me voy a abstener de averiguar por la enorme satisfacción que me produce llevarlo a cabo.


Relato corto, Las cosas del querer...

Escrito el 15 de noviembre de 2015

Como cada domingo, campo a través, bregaban desesperadamente, en sentido contrario, desde sus respectivas dehesas, comenzando en Navalonguillas de arriba, la hija de los guardeses, Ambrosia, la desdentada y contrahecha, y, a partir de Navalonguisllas de abajo, el primogénito del mayoral, Macario, el jorovino, tuerto y tullido, todo lo rápido que sus tarados cuerpos les permitían y, en cuanto alcanzaban la cima del altozano que hacía de frontera entre ambas fincas, el brillo de sus ojos superaba el de los rayos del astro rey, el ritmo de sus latidos alcanzaba niveles tan elevados como el de los colibríes… Para él no suponía más que la posibilidad de echar un par de caliqueños; para ella, cada vez que se encontraban: su afligido mundo dejaba de girar y, al aferrarse a palo seco a los labios de él, comenzaba a flotar, como si el suelo se hubiera fraccionado bajo sus contraídos pies a fin de que si nada más importara, a pesar de ser consciente de lo poco o nada que significaba para el «fastuoso» galán…


Relato corto, Grito y lamento de un menesteroso…

Escrito 20 de octubre de 2015

En Miranda de Ebro, el 12 de octubre de 2014, amaneció tan afligido y plomizo como el de hoy; pese a ello, decidí salir a dar una vuelta y, al cabo de un trecho, me encontraba paseando por la ciudad, en actitud pensativa, cuando, de súbito, cambié el rumbo previsto, al observar lo deteriorado que estaba el banco que está enfrente de la guardería ubicada en la calle del Río, y me acerqué a él; me miró con actitud provocativa «¿Qué miras?, ¿acaso crees que soy culpable de la situación en que me hallo por haber sido dejado a las buenas de Dios por quienes se supone deberían de velar tanto por mi Bienestar como por el estado de conservación?», me dijo sin decir nada, y, tras realizar un ademán negativo con la cabeza, continué paseando: cuestionando y haciéndome cábalas sobre la actualidad y lo que nos deparará el futuro, si esto no se remedia…

Al cabo de un tiempo, allá por el mes de mayo del siguiente año… volví a pasar junto al susodicho, ya sabes, al que está enfrente de la guardería…

   —¡Vaya!, parece que, con la llegada del buen tiempo y por el aspecto que luces, tu estado anímico es totalmente contrario al que mostrabas la última vez que coincidimos —le dije a la par que me arrellanaba sobre él. «La verdad es que, aunque solo se trate de un lavado de cara, estoy pletórico… Parece que a ti, también te han venido bien los 2/3 de jornada…», me respondió de igual forma que la vez anterior...

   —La verdad es que sí, aunque me sigue inquietando el porvenir que nos pueda deparar el futuro a ambos, si esta indeseable situación no se remedia… —le dije a la par que le liberaba de tener que soportar mi peso, y, una vez en pie, me giré hacia él y, antes de continuar con el rumbo que tenía previsto, le hice un guiño y le brindé una sonrisa…


Relato corto, Deseos por alcanzar...

21 de noviembre de 2363

En un lugar, que sin ser el Paraíso podría equipararse a este…, se están preparando para celebrar, entre otras cosas, que por fin, el hombre ha sido capaz de vencer a la sempiterna vehemencia por la individualidad, el afán de protagonismo y el interés por ejercer su poder sobre el mundo. No solo han logrado ese propósito, sino que, además, estos han llegado a sobrepasar la barrera que separa lo virtual de lo real mediante la implantación de un minúsculo microchip en el cerebro. Que a partir de ese día no será  necesario tener que conectarse a ninguna red o instrumento para interactuar con cualquier persona y lugar del mundo. Que la energía propulsora para hacerlo factible la proporcionaba el mismo hombre a través del más leve movimiento y no solo de ello se beneficiaban los seres humanos, que al no ser necesario el desplazamiento, los vehículos dejaran de existir y que, por ende, la Madre Naturaleza podrá recuperarse del maltrato al que ha sido sometida, de manera continuada y a propósito por su peor enemigo «el hombre»; aunque este, al concienciarse, decide que ha llegado la hora de demostrar su racionalidad y es entonces cuando deciden hacer un nuevo uso de ella; pero en este caso, para aprovechar y poner en funcionamiento todas las energías renovables. Y a partir de ahí podrán disponer, también, que lo primordial está en preocuparse por el bienestar social, de los animales y el Medio Ambiente.

Todo ello comenzó allá por el mes de abril de 2012

El artífice de ver cumplida esa anhelada utopía fue un desempleado que, venido a menos por la fatídica Crisis mundial, se refugió en la escritura con el único propósito de poder sobrellevar su situación personal y no dejarse vencer por la desesperanza ni la enajenación. Este aprendiz de escritor se atrevió a publicar una novela corta Al otro lado… a través de una Web que facilitaba la publicación a los autores noveles. En la novela trataba de dejar un claro y evidente mensaje, entre líneas, a quienes estuviesen interesados en leerla y en hacer algo por el mundo; pero no fue hasta después de haber transcurrido cien años… cuando esta, de manera fortuita, cayó  en manos de un renombrado y adinerado magnate  que residía  en Dubai… quién  asqueado por el despilfarro y la desfachatez con el que transcurría el mundo en aquellos días, donde  unos nadaban en la abundancia; los otros, en sus propios  vómitos y miserias…, y fue a raíz de leer las escasas 98 páginas, cuando  motivado por  alcanzar la gloria y el poder absoluto: «Seré recordado en la posteridad como el hombre que tomó las riendas  del mundo y lo salvó así de su incuestionable y eminente destrucción», pensó el magnate y, ni siquiera el hecho de que la obra no estuviese bien  estructurada o  incluso que  su gramática dejase claras  evidencias  de que el autor carecía de conocimientos, bastaron para comprender aquello que tan importante  era en su día  para aquél albañil que,  por no tener, ni siquiera tenía descendientes directos.

Por primera vez en la Historia y desde que el mundo es mundo: todos estaban celebrando de manera solidaria y voluntaria el IV centenario del nacimiento de aquél que en su día le tocó correr la misma suerte, como escritor, que a otros tantos que le precedieron siglos atrás y que vivieron y fenecieron con más penas que glorias…

De repente, unos lejanos y reiterados pitidos le hicieron regresar; frente a él, estaba abierta la página de Interchat, y, alguien le había enviado un privado. Acto seguido; aún adormecido, dirigió la mirada hacía el último comentario que aparecía en la pantalla:

   —Torniego, una cosa te voy a decir, como vuelvas a denunciar, a Fulania, para que la validen el perfil, ¡juro ante Dios!, que voy a buscarte gordo baboso y te doy de hostias —dejó escrito cara de listo.
   «Ya me extrañaba a mí que fuese todo tan bonito», pensó mientras se desperezaba.
   —Cara de listo, si afirmas algo que desconoces por completo correrás el riesgo de que alguien te tilde de ignorante. Me gustaría saber en qué te basas para señalarme a mí como el culpable.
   —Solo un miserable, ruin, cobarde, calvo y seboso, como tú sería capaz de hacer eso a una mujer como mi querida Fulania.
   —La mentira, los insultos y las malas formas están destinadas para quienes carecen de argumentos, razones y credibilidad —le respondió dando por finalizada la conversación.
    «¡Ay que ver!, con la que está cayendo en el mundo y en que pierden algunos el tiempo, en defender amores ficticios o virtuales. Cada día entiendo menos a las personas. Defienden a capa y espada lo absurdo y, en cambio, no mueven un solo dedo por todo lo que se está perdiendo a su alrededor», pensó, con la mirada fijada en el cielo.

Epilogo

Unos por otros, la casa siempre se queda sin barrer. Hay quienes su tiempo y vida lo dedican a jugar, tratando de ser felices todo el tiempo, sin tener en cuenta que los que estén a su alrededor tal vez ese día ni siquiera hayan podido llevarse un bocado al estómago…
No podemos permitirnos estar de brazos cruzados esperando que sea un magnate el que de el primer paso, porque correremos el riesgo de que eso no ocurra. Todos sabemos que: «Los sueños, sueños son»; y, también, que algunos anhelos se convierten en realidad con el simple propósito y es por eso mismo que grito a todo el mundo desde mi ventana: ¡A qué estamos esperando! Demos el primer paso y caminemos juntos con la ilusión fijada en, un mismo destino, conseguir un Mundo mejor. ¡Aún estamos a tiempo! Y, solo depende de nosotros, preservar la naturaleza con el fin de lograr la supervivencia del mayor número posible de especies para el gozo y disfrute de las generaciones venideras.





Los sin techo son:

Anónimos para casi todas las personas.

Malmirados por muchas.

Considerados por unas cuantas.

Admirados por casi nadie.

Los sin techo son el reflejo de una humanidad incipiente y naufragada.

Escrito el día 17 de noviembre de 2015

Cosas que acontecen en mi ciudad…7

Supervivencia e instinto animal…

Escrito en julio de 2014

El instinto por sobrevivir es la principal preocupación de cualquier ser vivo.

Allá por el mes de junio, en la acera que discurre entre las traseras de la calle La Rioja y el carril bici que está en la parte de atrás del edificio que ocupa la CNP, aleteaba y bramaba más que pedía una cría de gorrión tratando de llamar la atención de su progenitora… Me detuve al observar que el muy glotón no respetaba los turnos y ni siquiera le preocupaba si a sus hermanos les había llegado un bocado que les permitiese saciar el voraz apetito y calmar las ansias que en estos partía desde su irracional estómago.

El esfuerzo requerido a la generosa y atenta madre para alimentar a su extensa prole, siete gorrioncillos, no era nada comparado con la energía que esta empleaba para evitar ser engañada por el ansioso y tragón polluelo que demandaba constantemente su ración de vida y sustento. Observé que el macho, es decir, el padre gorrión no le importaba incluso emplear la violencia, con el fin de facilitar la ardua tarea a su querida esposa; la cual, después de cada turno alimenticio quedaba completamente extenuada durante al menos un par de minutos. Una de las veces que presencié la misma escena, me di cuenta  que mientras esta permanecía recostada sobre  el refrescante pavimento tuve  la certeza de que  estaba satisfecha  al comprobar que, los pequeños demonios,  tras llenar el buche, en vez de competir entre ellos por  lograr sobrevivir, se perseguían, unos a otros,  dando pequeños saltos con el fin de jugar  y siempre bajo la atenta mirada de  sus ascendientes.


Tras contemplar esa bella escena me vino a la cabeza que: «cualquier ser vivo, una vez satisfechas sus necesidades básicas, se predispone al entendimiento, al ocio y al disfrute de la vida» y de nuevo, una vez más, he sentido la necesidad de compartirlo sin saber siquiera el porqué.

No sé ni el motivo ni el porqué...

Pensado y escrito sentado junto a la orilla del río Ebro, a su paso por Miranda de Ebro, el día 27 de septiembre de 2012

«No sé ni el motivo ni el porqué, el día, de hoy, amaneció triste y grisáceo; quizás, por la obstinación de la abrumadora y despiadada neblina que, a primeras horas del día, insistía en que el astro rey brillase por su ausencia», he pensado.

«No sé ni el motivo ni el porqué, al caminar, como cada día, junto al río más caudaloso de España, he percibido que la algarabía   de los pájaros que habitan la zona ha mermado considerablemente. Tal vez sea por el otoño, o vete tú a saber el porqué», he pensado.

«No sé ni el motivo ni el porqué, el volumen del río, hoy, ha decrecido tanto o más que la alegría y el frenesí que transmiten al trinar los invariables, satisfechos y bienhechores pajarillos», he pensado.
«No sé ni el motivo ni el porqué, hoy, el río avanza sosegado, triste y meditabundo. Tal vez sea por el otoño o vete a saber tú, qué pueda estar ocurriendo aguas arriba», he repensado.

«No sé ni el motivo ni el porqué, la escasa y preciada sustancia, fuente de vida, desciende oscura y amarga como el negro café… No sé ni el motivo ni el porqué; pero quisiera presuponer que, efectivamente, se trata sin más del desánimo que transfiere en mí el otoño y no que sea el presagio y comienzo de un triste y desagradable final…», he pensado.

«No sé ni el motivo ni el porqué y ni siquiera soy consciente del porqué lo he escrito o pensado. Tal vez sea producto de mi imaginación, o quizás, del interés que me conmueve para que el mundo sea consciente de que, para poder perpetuar las especies y el hábitat: solo es cuestión de respetar el medio ambiente y todo aquello que hay a nuestro alrededor», he pensado.

No sé el porqué, nace en mí la necesidad de escribir y compartir lo que veo, vivo, pienso y siento: no lo sé y es lo que estoy tratando de averiguar.


Agradezco a mi difunto padre los Valores que me inculcó durante mi infancia y adolescencia...

Escrito el 10 de septiembre se 2011

A mi difunto padre le escuché siempre que:

«El que va al monte a por leña verde, cuanto más anda más pierde».

Muchas veces nos obligamos a buscar las cosas tan lejos que nos olvidamos de nuestro entorno y que, independientemente de los kilómetros que nos separen a unos de otros, es en las distancias cortas donde se halla la esencia de la vida.

En mi juventud no entendí que quería decir con aquella frase, pero ahora que la comprendo: la comparto con aquellas personas que les pueda interesar.
Agradezco a mi padre que, a pesar de haber sido una persona casi analfabeta, por el hecho de que apenas sabía leer y escribir, me hiciese entender que los Valores de las personas no tienen porqué ser acordes a sus riquezas. Que se puede ser: Respetuoso, Honrado, Honesto, Humilde, Cariñoso, Sincero y Justo incluso siendo pobres.

Tal vez por eso, para mí, el dinero, el materialismo y la ostentación de Poder no tengan ninguna importancia y valore más las cosas que el dinero no puede comprar.

Mi Padre que en paz esté, fue quien me enseñó a justipreciar las cosas de la vida y, así seguiré hasta el final de mi existencia: por mucho que se empeñe la vida y las circunstancias que me rodean.


Considero que no es necesario tener más que nadie, que basta con lo que te permita sobrevivir y dejar que las cosas vayan llegando a su paso sin provocarlas, ya que algún día: eso de lo que tanto habla y se preocupa la gente, decirles que el único éxito asegurado que tenemos todos en un futuro, no será nuestro, sino de la muerte. Y, es por ello, que pienso que hay que vivir el presente y que el pasado nos sirva de referencia para encontrar lo que necesitemos, que para eso fue creado: para revivir aquello que tanta satisfacción nos dio, pero el pasado tiene dos versiones y dependiendo en cual busques hallarás tus respuestas, por el hecho de que solo tú decides que quieres encontrar si felicidad o tristezas y, si eliges mal, no te quejes ni busques culpables; ya que tú, y solo tú eres responsable de vivir la vida como la vives: ya que en la vida, lo que adquieres no es más que experiencia y de tu destreza dependes tú y tu vida; pero, tendrás que entender que: eso no te da  ningún derecho para hacerles la vida imposible a los demás.

Tengo la sensación de que antes era mejor y cada día estoy más convencido de que me hubiese gustado más haber completado mi ciclo vital en el siglo pasado...

Escrito el día 10 de septiembre de 2011 a la(s) 19:40
Desde siempre, y en cualquier época, las personas humildes o pobres como queramos llamarlos, pasaron estrecheces y dificultades para sobrevivir. No hace falta que nos remontemos al principio de la historia, sino a una etapa más reciente, ya que me tocó vivir los coletazos del final del siglo XX y lo voy a contar todo lo resumido que me sea posible.
Desde siempre he pertenecido y pertenezco a un estatus social humilde o pobre, como prefieran llamarlo, por el hecho de haber nacido en el seno de una familia obrera en la década de los 60' y haber trabajado en la construcción de manera vocacional desde 1981 hasta la actualidad y que tal como pinta el panorama, no sé si podré seguir ganándome las habichuelas en ese lindo oficio que me fascinó desde mi más tierna infancia, a pesar de que nadie de mi familia era albañil ni constructor; pero no es de eso de lo que quiero dejar constancia en este escrito, sino de algo bien distinto y que estoy convencido que sin necesidad de mencionarlo sabréis dilucidar por vosotros mismos.
Soy el segundo de cuatro hermanos, tres chicas y un varón, y, a pesar de que nos criamos en un Barrio Obrero donde las calles ni siquiera estaban asfaltadas, un lugar donde, por aquel entonces, había cuatro o cinco automóviles, varios ciclomotores y muchas bicicletas. Por aquella época, el barrio de La Data constaba de unas 500 viviendas y la población era abundante, ya que las familias más pequeñas constaban de cuatro o cinco miembros. Desde pequeños aprendimos que era bueno compartir con todos lo poco que tuviésemos, pues, la convivencia de nuestros progenitores con los demás vecinos era como si se tratase de la propia familia y, por poner unos ejemplos, cuando una familia necesitaba hacer algún tipo de obra en casa, los demás colaborábamos y, cuando tus padres tenían que ir a algún sitio, cualquier vecino te daba de comer y lo que necesitases. Las puertas de las viviendas estaban siempre abiertas y si tenías que subir a casa a por algo, cualquiera te dejaba pasar a la suya antes de que subieras hasta el 4º piso. Podría seguir enumerando durante horas y horas, pero creo que con esto será suficiente para hacerse una idea.
También desde niños nos inculcaron que teníamos que ayudar a cualquier persona que lo necesitase y en caso de que el/la socorrido/a quisiera agradecerlo, nunca aceptásemos dinero, pero si nos ofrecían una pieza de fruta o algún caramelo entonces sí y agradeciendo siempre el cumplido. Así es que todos los chavales en cuanto veíamos a una persona mayor cargada salíamos corriendo, no por el premio, sino por ayudarla: ya que otro día podía ser tu madre quién necesitase de ser socorrida. El trato con las personas era más humano, más directo posiblemente debido entre otras cosas a que la mayoría de los hogares carecían teléfono y de tantas cosas que hoy se consideran básicas que cualquiera te echaba una mano y a las personas mayores les ayudábamos con cualquier dificultad que tuviesen. Hoy, los tiempos han cambiado en muchos sitios, pero en La Data, el lugar donde nací, me crié y viví hasta los 29 años aún se conservan esos valores y principios que generación tras generación se han venido inculcando a los descendientes desde tiempos inmemoriales.
Mi madre, que aún vive allí, cuando hablamos por teléfono: «Hijo la gente del barrio me quiere mucho, en cuanto me ven que estoy en la tienda comprando enseguida me dicen: «Sra. Carmen, traiga las bolsas que se las llevo hasta casa». El hecho de saber que los vecinos se preocupan de ella es algo que me satisface plenamente. Allí, tanto los jóvenes como las personas adultas siguen cumpliendo aquello que en su día aprendieron.
Bien, como he dicho anteriormente; los tiempos han cambiado, pero yo sigo haciendo con mucho cariño aquello que aprendí de niño y me siento muy querido por los que viven en el barrio donde resido. Es más, me siento tan a gusto y feliz, que me siento como si hubiese nacido aquí, y la verdad es que en ese aspecto no me puedo quejar, ya que he tenido la suerte de hacer buenos amigos por donde quiera que he pasado y para mí eso es uno de los mejores premios que un hombre puede recibir de esta vida: la misma que para unos no es más que una mierda y, en cambio, para mí, la veo, vivo, pienso y siento como algo Maravilloso.



PENA ME DA VER EL DETERIORO, QUE ESTÁ SUFRIENDO LA NATURALEZA…

Por culpa de las modas que crea el consumismo, cuyo único fin es lucrarse sin importarles, lo más mínimo ni el Medio Ambiente ni el disfrute de las personas. Ellos solo piensan en sus intereses dinerarios…
Ahora todo el mundo quiere ir al monte, a los ríos… unos a pescar, otros a cazar, e incluso algunos a caminar: hasta aquí todo me parece correcto, lo que no encuentro normal es que un gran número de estas alimañas, porque no se me ocurre otro apelativo. Llegan a los sitios y quieren terminar con todo, sin respetar en ningún momento las leyes ni a la naturaleza.
A parte de todo el mal que causan en cualquier hábitat, además, le suman toda la basura que van dejando a su paso (botellas, bolsas de plástico, e incluso la basura que llevan desde su propia casa, porque les es más cómodo dejarlas al llegar al monte, allí junto a su coche.
También están algunos cazadores que matan a todo aquello que se mueva  y que con tal de matar les vale cualquier cosa, esté protegida o no, a ellos eso les da igual, lo suyo es matar y dejar el monte lleno de desperdicios (cartuchos y todo tipo de envases).
Ahora, por si todo lo anterior era poco, se ha puesto de moda el senderismo, creo que se denomina a si por que consiste en ir dejando un sendero lleno de todo tipo de restos (envases de bebidas isotónicas, restos de bocadillos, papel de aluminio, bolsas de plástico, e incluso si van acompañados por sus bebés abandonando sus pañales y, también, alguna que otra compresa. He llegado a ver abandonado en mitad del monte incluso algún carrito porta bebé.
En los ríos pasa otro tanto de lo mismo, las orillas están llenas de basuras: botellas de vino, latas de cerveza, botes de maíz,…
A este tipo de personas se les reconoce rápidamente: suelen ir en grupos, está todo organizado a nivel de sociedad para ver quién lleva el equipo más caro, el vestuario, GPS, pulsímetros, altímetros, cuenta pasos, quema calorías y todo acompañado de buenos equipos para escuchar música, porque a ellos eso de ir por el monte escuchando a los pájaros, como que les da igual, pues ellos van a caminar sin más.
Espero se ponga de moda eso de ir a pasear o merendar a los vertederos municipales, seguro que gran parte de estos que van a la moda se apuntarían sin dudarlo, además estarían en su salsa, pues por donde van pasando lo dejan todo como los vertederos.
Ahora, en vez de pasear por la calle de la estación, está de moda hacerlo por San Juan del Monte y sus alrededores. Como sigan así en poco tiempo el monte se convertirá en la ampliación del vertedero municipal.
También he de reconocer que hay otro sector en el cual me incluyo, que vamos al monte para cargarnos de energía positiva, a impregnarnos de los aromas, esos que van cambiando constantemente al igual que el canto de los pájaros según sea la zona por donde éstas paseando. En el monte hay grandes variaciones, incluso de temperatura…
A lo que como yo vamos con otros fines: también se nos diferencia si es en grupo estos son muy reducidos, aunque lo más normal es ir solos, la vestimenta y el calzado suelen ser normales, no tiene por qué ser caros para ser apropiados, a este sector nos gusta recoger setas y frutos silvestres; pero en cantidades razonables, pues con llevar para comer un par de veces es suficiente. La caza nos gusta más verla con vida, e incluso cuando vamos a pescar solemos devolver el pescado al río, no todos, pero si la gran mayoría y cuando visitamos estos sitios, intentamos que apenas se note nuestra presencia, que solo queden las huellas de nuestros pasos.
Aunque reconozco que la forma más eficaz de respetar un monte es no visitarlo…
Como sigamos así, no sé, qué dejaremos para las generaciones venideras: quizás un estercolero.


Es curioso… esto de Internet.

Escrito el 4 de abril de 2015

Hasta qué punto puede llegar esto de Internet, es algo que te hace sentir, ilusionarte, compartir… todo comienza con la llegada al sitio, empiezas a leer al principio a aquellos que te llaman la atención y a medida que vas leyendo a determinadas personas y observas que tienen y comparten inquietudes en común a tu forma de ver y sentir la vida, sin darte cuenta nace en ti la curiosidad de leer todo aquello que escribe esta persona, ocurre en blogs, salas de Chat, foros, grupos en las redes sociales...
   En mi caso, después de leerle durante algún tiempo, nace la necesidad de hacérselo saber a través de algún comentario sobre su forma de expresarse, afinidades o aficiones y, día tras día, intercambias frases y pensamientos que te gusta compartir y te sientes satisfecho por ello y, con el paso del tiempo, te das cuenta que esto traspasa la barrera del ciberespacio, pues durante el día recuerdas con gratitud a aquellas personas que durante la tarde-noche anterior te hicieron sentir bien e incluso de aquellas que te hicieron enojarte… Curiosamente, en mi caso particular, cuando algo me hizo sentir mal: al recordarlo, en frío, incluso brota la alegría al pensar hasta qué punto se puede llegar sin ni siquiera saber con quién se está hablando. En estos medios te encuentras todo tipo de personas, unas que creen fielmente en la amistad, el amor… e incluso alguna de ellas se atreven a asegurar que lo que aquí sucede, al ser virtual, es algo irreal: todo es aceptable, pues las cosas no tienen mayor importancia que las que uno les quiere dar. En mi opinión, creo que Internet además de ser una eficaz herramienta, es otra forma de hacer amigos, que no vemos ni tocamos físicamente pero que están ahí y, por supuesto que son reales, y para mi es una gran satisfacción poder contar con ellos. También entiendo que la amistad de la misma forma que surge puede desaparecer; pero eso si, siempre podremos recordarlo como algo vivido satisfactoriamente.
Nota aclaratoria: 

Con este escrito no trato de convencer a nadie de nada, cada cual es muy libre de elegir su forma de vivir, sencillamente surge de la necesidad que tengo de agradecer a estas personas que, día tras día, me hacen pensar y sentir que la Vida es algo que merece la pena, ya que concuerdo al cien por ciento conque: «En el fondo son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida», según dejó escrito en su día Karl Wilhelm Von Humboldt, un Filólogo, poeta, crítico y político alemán, nacido en Potsdam el 22 de junio de 1767 y muerto en Tegel el 8 de abril de 1835