sábado, 21 de noviembre de 2015

El brebaje...


 Escrito el día 6 de mayo de 2011 a la (s) 20:30

Hace unos días, me encontraba tan cansado que decidí tomarme algo que hace tiempo me dijeron que era milagroso. Se trataba de un brebaje que no recuerdo la composición, este era de un sabor bastante agradable y, además, era capaz de eliminar el cansancio acumulado, según me habían informado unos amigos…

Al día siguiente:

Como todos los días…, me fui al trabajo y al llegar junto a mis compañeros: «Buenos días» —les dije como siempre—. Ellos ni siquiera me saludaron, volví a insistir, y cuál no sería mi sorpresa al comprobar que no me contestaron. Entonces decidí seguir con mi tarea, y me hice a la idea de que ese día quizás no tenían ganas de hablar. «¡Joder, que día  más raro que tienen hoy!», pensé.

En fin, lo volví a asumir sin más. Y, por la tarde, cuando salí del trabajo me dirigí al centro donde estaba cursando lo de la (E.S.P.A.) Educación Secundaria Para Adultos.

Normalmente, cuando entro en clase no saludo para evitar que se corte el ritmo de la clase. Pero ese día rompí la rutina y cuál no sería mi sorpresa al comprobar que nadie me respondió. Entonces mi cabeza, como no podía ser de otra manera, comenzó a hacerse preguntas: «¿Me habré hecho invisible?, ¿se habrán  puesto todos de acuerdo, para no saludarme?, ¿estaré muerto?».

EL caso es que seguí así durante algún tiempo y al regresar a casa, la primera persona con la que me encontré fue  mi esposa:

   —¿Qué te pasa ahora?

Me quedé mirándola…

   —¿Qué modales son esos? —me dijo ella—, al menos, cuando uno se  levanta de la cama, lo normal es dar un beso y los buenos días  a la persona con quién compartes tu vida.

Yo seguía extrañado y no entendía nada.

Entonces ella me dijo:

   —¿Qué tal el brebaje que te bebiste?, aparte de dormirte,  ¿te ha sentado mal?

Fue entonces cuando comprendí, que todo había sido un mal sueño.





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