Escrito en 2013
Hay algo en la Vida que me inquieta incluso más que la mía propia. Me siento impotente; sin respuesta… No logro dilucidar la incógnita:
«¿Qué o quién nos lo impide?», me pregunto.
Considero que somos tan iguales y tan distintas las personas, tanto o más que las diferencias que existen entre estos dos términos tan iguales y distintos entre sí: «sin vergüenza y sinvergüenza».
Sin, equivale a: carencia o falta de algo.
Vergüenza equivale a:
1. Sentimiento ocasionado por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante.
2. Pundonor, amor propio.
3. Timidez que una persona siente ante determinadas situaciones y que le impide hacer o decir una cosa.
4. Sonrojo.
5. Acto o suceso escandaloso e indignante.
6. Pena o castigo que consistía en exponer al reo ante la afrenta pública con algún signo que señalara su delito.
7. Pl. col. Partes externas de los órganos sexuales humanos.
Sinvergüenza equivale a:
…1. Pícaro, bribón…
2. Desvergonzado, insolente, que carece de vergüenza.
3. Persona que comete actos ilegales en provecho propio o que incurre en inmoralidades o faltas de ética.
Como puedes observar, incluso entre las definiciones existen diferencias notables; aunque, bien es cierto, que estos términos «sin vergüenza y sinvergüenza» no entienden de clases sociales…
¡Estoy más que harto!, de encontrarme entre las personas que caminan con vergüenza; cabizbajos, abatidos y humillados, unos y otros, porque no pueden hacer frente a los pagos, a la Vida…: porque no disponen de un derecho constitucional: «Todo español tiene derecho a un trabajo digno […]», de enterarme que hay personas que incluso, como última alternativa, deciden solucionar «su problema» de manera drástica: suicidándose.
¡Estoy más que harto! de que siendo sabedores; aunque algunos hemos estudiado más bien poco, entre otras muchas causas el pertenecer a la clase baja en nuestra infancia (60's 70's), algo que desde tiempos inmemorables se viene repitiendo la misma historia… ¿Hasta cuándo vamos a permitir que esto siga sucediendo? No sabemos todos, aunque sea por oídas qué: «El pasado ha de servir, a las personas, para evitar cometer los mismos errores en el presente, si es que queremos labrarnos un próspero futuro».
¡Estoy más que harto!, de ver cómo en mi país se castiga al que dispone de menor poder adquisitivo, parados, jubilados… que son los señalados por los sinvergüenzas como culpables de la situación caótica que estamos atravesando algunos, mientras que, por otro lado, me hacen presenciar los premios que reciben quienes actúan al contrario de cualquier normativa legislativa y/o ética personal, es decir, a los sinvergüenzas.
Desde la infancia se encargaron, en primer lugar mis padres y maestros, de inculcarme una serie de conductas, es decir, los Valores Humanos. Y me hicieron saber y cumplir a rajatabla todos y cada uno de los castigos que al no cumplirlos estos conllevan: «Si robas o matas a la cárcel de cabeza,…». Cosa que, a día de hoy, observo con asombro, que los que pueden ir a la cárcel, si se descuidan un poco, son quienes no pueden hacer frente a la situación catastrófica a que nos han llevado estos sinvergüenzas que, eso, sí, con buenas palabras tratan de hacernos sentir culpables de algo que solo a ellos les compete por el hecho de no cumplir con lo que se supone representan: a su Pueblo.
Hoy…, la Sociedad me hace pensar que todo lo que me enseñaron para que en su día me comportase como un buen cristiano y, hombre, no está al orden. Hoy, también, soy consciente de que, tal vez, todo aquello que en su día me hicieron aprender y cumplir pueda estar basado en la mentira. Es evidente, que el motivo real de mi pensamiento lo dejado manifiesto en los párrafos anteriores.
Vergüenza ajena equivale a: vergüenza que siente una persona como si fuera suya, por algo que hace o dice otra.
Vergüenza ajena, es lo que siento, por lo que hacen y dicen estos sinvergüenzas que no se preocupan lo más mínimo por el interés, el beneficio y el Bienestar Social de quienes se supone deberían de representar: su Pueblo.
La vergüenza, la vivimos y padecemos la gente «humilde», los honestos, los honrados; los que carecen de maldad y codicia…
¡Levantémonos! Caminemos todos juntos, sin vergüenza, con un mismo propósito: exijamos a estos sinvergüenzas, que dicen que nos representan, lo que por Ley nos pertenece.
¡Basta ya de tantas injusticias!
Somos mayoría, ¿a qué esperamos?...
Y, si tenemos miedo de que nos lleven a la cárcel por defender nuestros derechos, tal vez, lo perdamos cuando nos lleven por tener que robar para poder comer…
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