Al llegar, he sacado mi libreta de
apuntes y he comenzado a escribir unas páginas en el borrador de una novela que
estoy intentando sacar adelante. Encontrándome absorto en ella, a eso del
mediodía, he percibido una sensación cuanto menos extraña. De repente, me ha
llamado la atención, y mucho, la calma conque trascurre el río; tan calmado
casi como el propio día, como los pájaros, e incluso noto que estoy tan calmado
como ellos… es más, durante unos minutos, no sentía ni el sonido de fondo que,
otros días, emiten las cercanas fábricas ni el picoteo del pájaro carpintero
sobre el viejo chopo que hay en la otra orilla ni tan siquiera el latido de mi
propio corazón. Era tal la percepción de serenidad y sosiego que he experimentado
que me pareció como si el transcurso del tiempo se hubiera detenido por unos
instantes y ni siquiera soy consciente de la extensión de esa placida
sensación; pero, lo verdaderamente extraño ha sido que al comenzar los árboles
levemente a temblar, acompañados en todo el periodo, por el susurro de las
hojas: ha sido el lamento de una de ellas la que al caer sobre el tácito y
reposado río ha llamado mí atención. El agua, a su vez, ha emitido un sonido
tan lastimero y apático que, aun estando absorto en mis pensamientos
literarios, me ha devuelto a la realidad y, a continuación, la brisa no solo ha
animado a los entristecidos y caducifolios chopos y alisos, sino que además,
poco a poco, se han ido sumando: la reidora picaza, el alegre chirriar de los verdecillos,
el toc, toc, toc, del carpintero y, por si fuera poco, también ha hecho acto de
presencia, aunque tímidamente, el colorido jilguero. Y pasado un breve espacio
de tiempo no solo se han unido, dando saltos en el agua, los peces, sino que
también, por allí, han aparecido tres pescadores y todo cuanto ha acontecido me
ha hecho considerar: que se trata de una transición estacional y que la
melancolía que transmite el otoño, en realidad no es más que un cambio hacía un
nuevo resurgir y no sé el porqué, por un momento, ha venido a la mente que la
crisis mundial por la que estamos atravesando en la actualidad: no es más que
una vicisitud y que si logramos superarla, sin duda alguna, será como volver a
renacer tal como, en su día hiciese una y otra vez, el Ave Fénix. Tampoco sé el
porqué me vienen estos pensamientos ni la necesidad que tengo de transcribirlos
y compartirlos. Tal vez y digo tal vez, solo se trate para hacerme entender el
porqué de mi existir.
Con el paso de los años uno se conciencia de que la vida en sí no son más que recuerdos. Aquí iré subiendo escritos a modo de recuerdos, es decir, de igual manera que estos surgen en nuestra mente: sin necesidad de tener que ordenarlos cronológicamente, si lo estimo oportuno. Así mismo se podrán adquirir en formato digital o en papel las obras de mi autoría.
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