Escrito el 19 de agosto de 2015, a la (s) 17:57
«Atanasio Buendía Santaolalla era un hombre
centenario que, cómo cada mañana, salió de su casa y dirigió sus pasos hasta la
esquina que está junto al 18 de Julio (Centro de Salud Miranda Oeste) algo que
venía siendo habitual en él desde hacía más de sesenta años…, con el propósito
de mirar las esquelas que aparecen en el cartel anunciador: por si acaso hay
algún conocido y acudir a su entierro...
Unos metros
antes de llegar al lugar, se extrañó que junto al tablón informativo se
hallaran muchos conocidos y aligeró el paso con la intención de salir de dudas:
—Buenos días
—dijo con voz gastada—, ¿quién se va hoy para el patatal?
Nadie le
respondió y arremetiendo contra ellos volvió a repetir lo anteriormente dicho
por él: pero con voz altiva y soberbia. Al obtener la misma respuesta se
posicionó delante de los demás, y al ver la esquela se quedó atónito, y
llevándose las manos a la cabeza, con ademán de desesperación gritó más que
hablo: «¡Por favor!, decidme que no es cierto lo que ven mis ojos» —Ante la misma respuesta, es decir, el
silencio: decidió retornar a su domicilio cabizbajo y meditabundo sin
despedirse de ninguno de los allí reunidos, al llegar a su hogar, se dirigió
hacia el dormitorio y una vez allí se introdujo en el frío y rígido cuerpo que yacía sobre la cama en decúbito supino».
!ohhhh!
ResponderEliminar«¿Serías capaz de imaginarte en su situación?».
EliminarGracias por la atención. Espero y deseo no aburrirte con mis escritos.
¡Feliz día!
Saludos.