Escrito
el día 10 de mayo de 2013
Personalmente
necesito de momentos de soledad, ella me permite restaurarme por completo del
ajetreo diario que nos aporta la vida.
Para
mí, hay dos lugares donde encuentro esa soledad reparadora, una de ella es
acercarme hasta el río y contemplar el deambular del agua, eso me permite
soltar toda la energía negativa que día tras día voy acumulando; el segundo, ir
al monte y adentrarme tanto en él como en mi interior, eso me reporta la
energía positiva suficiente como para hacer frente a la vida y sus
circunstancias. Tengo la enorme suerte de vivir en una ciudad pequeñita donde
el río está a menos de 100
metros de donde resido y el monte, que está a menos de
15 minutos, caminando. Es maravilloso ir siempre acompañado por el aroma que
desprenden tanto las riberas del río como las entrañas del monte y el alegre
trinar de los pajarillos.
Cuando
acudo a alguno de estos dos sitios es, porque necesito desconectarme de la
presión social a la que estamos sometidos, por contemplar con impotencia que
nadie hace nada positivo para que cambie nuestra situación actual, la que,
además, sufrimos por incompetencia de quienes se supone tienen que mirar por el
buen funcionamiento de la nación, ¡es lamentable!, que siendo ellos quienes se
equivocan, las consecuencias las tengamos que sufrir los de a pie.
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