viernes, 11 de diciembre de 2015

En primavera, hasta la sangre se altera…

Escrito el 9 de mayo de 2013

Ayer, a primeras horas del día, al acompañar a, «Ortxa», mi mascota, mientras ésta aliviaba su vejiga e intestino grueso en una campa que está situada entre el Centro de Atención Sanitaria Miranda Este y la nueva comisaría de policía. Me llamó la atención el alboroto que estaban armando media docena de ruidosos y agresivos gorriones que asediaban y perseguían con ojos libidinosos y claras intenciones a una adulta y astuta  hembra de su misma especie; pero lo que me llamó aún más la atención, fue al observar como ésta trataba de salvaguardar sus partes más íntimas,  acercando su trasero junto a una farola  lanzando gritos, embestidas y miradas hacia todos y cada uno de los acosadores e incluso hacía mí…

Fue entonces, cuando llevado por un impulso involuntario «Shhhh, fuera cabrones» —les dije alzando la mano y la pierna izquierda a la vez—. La respuesta fue rápida, cesaron los chillidos y cada uno por su lado, emprendieron una fugaz huida sin atreverse a mirar para atrás ninguno, excepto ella que al alzar el vuelo giró su cuello y me guiñó un ojo en señal de agradecimiento.

Continué con las tareas pendientes, es decir, fui a recoger el pan y regresé a casa, dejé a mi mascota y volví a salir a la calle, esta vez con la intención de darme un paseo por las riberas del Ebro, con el fin de airear mi cabeza, oxigenar mis pulmones y, porque no, para dejarme llevar por mis pensamientos…

Entre pitos y flautas, habría transcurrido poco más de veinte minutos cuando volví a pasar por donde aún seguían los gorriones; pero en esta ocasión, lo que me llamó la atención  fue la calma con la que estos se encontraban ahora. Enseguida fui consciente de la causa, en esta ocasión, la hembra avanzaba dando saltitos junto a uno de los que anteriormente la acosaban…

«Qué tonto que soy, pues no que he creído que la querían violar cuando en realidad se trata de un cortejo nupcial siguiendo su instinto animal… Eso me pasa por no saber ver y aceptar que entre los animales no existen las diferencias ni la maldad como en los seres humanos», pensé mientras continué paseando por mis alrededores e interiores al mismo tiempo…  

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