Creado
por Juan.
...—Juan: Hola amigos/as, agradezco
tanto los comentarios como la atención que me prestáis, la verdad es que, ¡no
sé que sería de mí sin vosotros!, y os lo digo con el corazón en la mano:
Al cabo de tres horas, después de
haber llegado al hospital salió un doctor /¿Algún familiar de Luisa González?,
preguntó poniendo una cara que
transmitía tanta tristeza como esos días cuando el azul del cielo se ha tornado
frío y plomizo. /Si, servidor, soy su hijo. /Vamos a quedar ingresada a su
madre, le hemos detectado un tumor en el pecho. /¿Es grave, doctor? ¿Tendrá
solución verdad?, le pregunté después de tragar con dificultad la poca saliva
que transitaba por mi oprimida traquea. /En principio tenemos que hacerle
varias pruebas, pero la verdad es que está muy avanzado. / Recuerdo a mi madre
retorciéndose de dolor sobre aquel camastro, ¡qué vete tú a saber cuantos la
habían espichado encima de él!, la mi pobre se asustó mucho, pues en casa,
según me dijo a duras penas, no era más que un suspiro: si lo comparaba con
aquello. /No sé, si fue causado por las pruebas o por qué, pero el caso es que
ella empezó a sufrir desde el segundo día de estar allí; pero al tercer día, se
complicó aún más. /Juan, he de darle malas noticias, el tumor está en fase de
metástasis y el hígado también está afectado, me dijo el doctor. /Aquello me
dejó paralizado, ¡frío como el hielo!, y al cabo de un rato, ¿se podrá hacer
algo verdad? Es joven todavía, solo tiene 67 años. /Se hará todo lo que esté en
nuestras manos, ella está en manos de Dios y no depende solo de nosotros. /Pasé
allí, ¡día y noche!, sin apartarme ni un segundo de su cabecera ni de ella: la
única persona que siempre estuvo a mi lado. /Mi cabeza no encontraba respuestas
para comprender, que tuviese un final tan cruel y procuraba que ella no me
viese llorar. /¿Qué dicen los médicos, hijo? Esto cada día me duele más y no
puedo parar, parece como si me estuviesen arrancando la vida desde mis propias
entrañas. /Tranquila madre, dicen que tiene que ir, poco a poco, que la
medicina tarda en hacer efecto. /En mi interior sentí como si mis tripas se
anudasen al fingir que todo iba a mejor. /Mis hermanos, la visitaban cada dos o
tres días, yo estuve allí día y noche dándole vueltas a la cabeza y no me hacía
a la idea de perderla: Ella era lo que más he querido en este mundo, incluso
más que si junto el cariño que siento por mi esposa y mis hijos. /Recuerdo que
al cuarto día de haber sido ingresada, nos trasladaron a una zona donde estaban
los terminales y allí permanecimos hasta el final. /Fue, sin duda alguna, el
mes más largo y duro que me ha tocado bregar. /Era raro el día en que no
falleciese alguien. Me dio tanta fatiga ver como se llevaban a su compañera de
habitación, apenas tenía 35 años recién cumplidos cuando falleció, el hígado
que estaba esperando para ser trasplantada no llegó a tiempo. A partir de ahí,
me fui concienciando de que al final, las personas no somos nada y que son
pocos los que hacen algo por intentar salvar a otros ser humano. / Después de
pasar la peor noche de mi vida, viendo como se iba mi madre y sin poder hacer
nada por evitarlo, en mitad de la noche se presentó la que es temida por todos
y dos días después, la enterramos y, tras el funeral, cada uno nos fuimos a
nuestra respectiva casa. /No había pasado una semana y mis hermanos me llamaron
para hacer el reparto de la herencia. /¡Que poca vergüenza tenéis!, no os preocupasteis
de ella y ahora me habláis de repartir. No sé deque madera estáis hechos, ¡se
trata de nuestra madre!, no es un perro lo que se ha enterrado. /¡Oye, Juan!,
los malos tragos, cuanto antes se pasen mejor, así es que mira a ver cuando te
viene bien para reunirnos. /Muy a mi pesar, sin poder hacer nada para evitarlo,
se puso todo en venta. /La Navidad estaba cerca y todos en la ciudad se
preparaban con alegría, para pasar unas felices fiestas. Incluidos mis
hermanos. /Recuerdo que estaba paseando, de regreso a casa, cuando de repente
las tripas se me retorcieron; frente a mí estaban mis hermanos, bebiendo y
riendo, noté como la ira subía a toda mecha a mi cabeza, y me acerqué hasta
ellos. /¿No os da vergüenza? Hace apenas dos meses que falleció madre y vosotros
tan felices. /La vida sigue y tenemos que disfrutar, que es para lo que se
viene a ella y no para sufrir por todos. Además, fue un milagro que se la
llevase Dios. ¿O quizás hubieses preferido que ella siguiese, viva, enferma y
sufriendo el resto de sus días?, me gritó José con desprecio. /La verdad es que
no sé ni como es posible seamos hermanos; tenéis el mismo veneno en sangre que
nuestro padre, haciendo el mal, simplemente por satisfacción. Y, desde ese día,
la relación con mis hermanos, se fue enfriando. / Al cabo de tres meses se puso
en contacto con nosotros una persona interesada en quedarse con todos los
bienes. Se hizo el trato estando presente las tres partes, el señor ingresó el
dinero en una cuenta abierta para tal fin y una vez liquidadas las partes
correspondientes, me despedí de mis hermanos. /¡Adiós, hasta nunca!, no quiero
saber nada más de vosotros. /¿Qué te pasa ahora loco? Me preguntó José. Pero
que razón tienen los del pueblo, deberías estar internado en algún centro
especializado. ¿Acaso no eres conforme con el reparto? Son tres partes iguales,
¿dónde está el problema entonces?, dijo gritando como un energúmeno. /Sí, estoy
conforme, solo que: los malos tragos, como bien dices, cuanto antes se pasen
mejor. /Pienso que la vida es muy dura, injusta y cruel, no entiendo la maldad
que hay en las personas y menos aún cuando se trata de tu propia familia. Hay
cosas que por mucho que lo intento, no llego a comprender y si estar loco
significa ayudar a los demás, interesarme por la naturaleza y por todo aquello
que me rodea, entonces no me importará que me llamen loco, todos aquellos que
no les interesa nada de cuanto nos rodea, ya que en la vida no solo somos
nosotros lo importante, sino todo lo que en ella existe…
—María: Mi querido y estimado, Juan, ¡lamentablemente para todos
nosotros!, la vida es dura cuando esta nos arrebata a los seres queridos. Es
muy dolorosa la muerte de un padre o de una madre, aun así, eso no es nada
comparado con el dolor de unos padres al perder a un hijo. Todos estamos
preparados para entender que por ley de vida los progenitores han de fallecer
antes que la descendencia y cuando ocurre lo contrario, no hay nada que nos
haga comprender.
—Jessica: Amigo Juan, comprendo perfectamente el dolor que sentiste por
la pérdida de tu madre, hace poco he perdido a la mía y no hay cosa más
dolorosa, en mi caso es el primer familiar cercano, ¡Animo, amigo! Ella te
estará viendo, allá donde esté y estará orgullosa, al comprobar que en la vida
no se equivocó, cuando te dio todo su cariño. Era consciente, de que el hijo
que más la necesitaba eras tú, ya que desde bien pequeño demostraste lo débil
que eras ante las injusticias, incluso las que te proporcionaban tu propia
familia. Precisamente por eso, tu nobleza y buenos sentimientos.
No te culpes por ello amigo, es
¡maravilloso!, que después de haber pasado todo lo que cuentas, aún sigas
pensando, que a través del cariño y la comprensión se puede ayudar a los demás
y en tu caso, no solo luchas por la raza humana, sino que intentas se respete
todo cuanto hay en la Tierra, eso te dignifica como ser humano, ¡Ojalá!,
consigas tu propósito. Gracias amigo, y que sepas que eres muy importante no
solo para mí, creo que el mundo necesita de personas como tú, interesados en
conservar y respetar todo aquello que nos rodea.
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