Después de reunirse con un grupo de congéneres que
andaban reivindicando, a vista de todo aquel o aquella que se hallase por las
inmediaciones o frente a la puerta principal de la oficina del dueño de los
corrales donde vivían algunos pollos y gallinas…, que, tras quedarse sin empleo
o haber mermado su capacidad de generar los ingresos suficientes para hacer
frente a la vida y corresponder con los pagos acordados con el susodicho,
gritando a viva voz «Sí se puede, sí se puede...» tratando de evitar que fuesen
desahuciados y endeudados de por vida en alguno de los casaos. Tras varios días
de intervenciones, el pollo tomatero, además de ronco, se convirtió, como aquel
que dice, de la noche a la mañana, en el líder del grupo. Algo que le sirvió
para ganarse el afecto y el reconocimiento de aquellos animales que como él se
manifestaban de manera proactiva, tal y como, ¡por desgracia!, hemos venido
viendo en televisión durante los últimos años.
Al percatarse los reivindicadores de que los animales
que transitaban por las inmediaciones se detenían para felicitarles por la
labor que estaban llevando a cabo, propició que, con el paso del tiempo, el
pollo tomatero fuera nombrado portavoz de una de las fuerzas políticas allá por
el 2014, si no recuerdo mal y/o estoy equivocado, y aunque desconozco si fue
por iniciativa propia o por el hecho de que se lo propusiera el resto del
grupo, qué más da como fuere; pero el caso es que: se presentó como candidato a
convertirse en el gallo del corral en las últimas Elecciones Cortijeras
celebradas en la primavera del pasado año…
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