Escrito el 21 de
noviembre de 2015
…Al llegar a la
altura donde está ubicado el cartel que, además de indicarnos que estamos
frente a la etapa número 12, Miranda de Ebro –Haro, del GR 99, de las rutas
incluidas en Plan Nacional de Caminos Naturales y nos indica el trayecto a
seguir, descubrí que el inquietante y neurálgico bullicio no era como
derivación de algún espeluznante percance, tal y como conjeturé al percibirlo,
sino por la ansiedad que causaba la lasitud gravitatoria empleada por los
mendrugos de pan, en recorrer el breve espacio que mediaba entre al agua y la
acera donde se encontraba un señor de edad avanzada que, con la algarabía
formaba, gozaba tanto a más que las anátidas cuando estás lograban arrebatar a
sus congéneres algún trozo o migaja.
Desde la distancia,
me fui contagiando y, al contemplar la escena, además de trasladarme hasta mi
infancia, sentí una felicidad enorme al revivir aquellos momentos en que la
chavalería recorríamos el barrio cada vez que nos enterábamos de que había o se
celebraba algún bautizo. Donde entre gritos y cánticos luchábamos por conseguir
desde un simple caramelo, unos céntimos o en el mejor de los casos, si el
padrino se tomaba en serio lo de «/¡Que no se diga!/ ¡Que no se note!/ ¡Que ese
padrino, no tiene bigote!/» y le daba por arrojar cuatro o cinco monedas de 25
pesetas, un par de 50 y, en algunos casos, los menos, lanzar al aire, después
de habernos exigido que gritásemos más alto, incitándonos al mostrar con reiteración
un trozo de papel impreso con el número 100 y la imagen de Gustavo Adolfo
Becquer o la de Manuel de Falla.
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