martes, 2 de febrero de 2016

Paseo matinal por las riberas del Ebro… 2

Escrito el día 17 de noviembre de 2015

Creo recordar que al poco de concluir la segunda fase del proyecto de obra Recuperación de las riberas del río, acometidas por la (CHE) Confederación Hidrográfica del Ebro y, tras la inauguración de la obra el día 8 de mayo de 2009, es decir, que estaríamos hablando de unos cinco años, día arriba o abajo. O sea, que no hace ni siquiera seis años desde que un vecino de Miranda, que se dedica a la talla y escultura de madera, se ofreciese para tallar varios árboles en la ciudad, y, digo se ofreciese, porque desconozco si lo llevó a cabo de manera altruista o remunerada.

El caso es que, por aquel entonces, fue cuando la tan traída y llevada Crisis: me afectó de manera profesional. Y, como cada vez que dispongo de tiempo libre y la climatología me lo permite suelo ir a pasear por los alrededores de la ciudad, así fue como me topé con los dos Ecuatorianos, nombre que les puse a aquellas bruscas tallas; pero a la vez tan expresivas, cuya lograda personificación hizo que me detuviese frente a ellos durante unos instantes, justo los precisos para comprender que ambos estaban allí para recibir con un afable saludo de bienvenida y desear un relajado y feliz paseo a todas aquellas personas que se dieran cuenta de su estratégica ubicación y presencia. Sensación que he venido manteniendo cada vez que por allí he pasado hasta poco antes de la última riada; pero no ha sido hasta hoy, cuando he sentido necesidad de ponerme a escribir este afligido relato: con la intención de hacer llegar esta crítica a quién corresponda a través del grupo, y digo a quién corresponda porque no sé quién tendrá más culpa del lamentable estado de abandono en que se encuentran en la actualidad, ya que entiendo que ha pasado un tiempo más que prudencial para que se hubiese llevado a cabo alguna tarea de adecentamiento, y que, por el camino que lleva: me temo que no hay previsto ningún tipo de intervención.

Ha sido tan frustrante el encuentro como incómodo el hecho de ser consciente que pueda deberse bien a la indiferencia de la Institución, o bien al desinterés del que en su día con sus manos e ingenio les dio personalidad y vida.

Abstraído por completo en las cavilaciones suscitadas por el lamentable estado de conservación y salubridad que exhibían los que sin poder moverse tenían más que asumido su perentorio y trágico final por ser conscientes de que habían sido dejados de la mano del hombre…




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