Escrito en 2012
Cuentan que un
día se encontraban reunidos en cierto lugar las alimañas del bosque, entre las
cuales destacaba gritando una vieja, fea, loca y desplumada cacatúa; de dudosa
honradez. Intentando no más que ser el centro de atención. La deslenguada
proyectaba ganarse los aplausos y favores de los presentes —halagadores, que no
amigos—. Trataba de embaucar a los oyentes haciéndose la preponderante, ésta
refería que tenía un negocio en el cual eran necesarios quince asalariados y
que los días más productivos coincidían con los finales de semana.
Hasta el lugar retornó y se
posó, un búho natural y curioso, que decidió observar en silencio, tratando de
enterarse qué tan importante era aquello que mantenía reunidos a tan dispares
especies animales.
—¿Qué haces ahí búho?, ¿te
importa acaso lo que estoy contando?
—No, para nada. Estoy
descansando y contemplando el paisaje, ¿acaso no tengo el mismo derecho que los
demás?
Mientras esperaba la respuesta,
se acercó un mosquito y le susurró al oído: «Señor búho, se dice… se comenta y
rumorea por ahí, que el tal negocio, no es más que un burdel, donde esta buena
señora, se lucra del dinero que sus familiares agencian tras mantener
relaciones sexuales con los clientes».
—Amiga, no le hagas caso, es un
viejo, desocupado, borracho y pendenciero del lugar —graznaba más que hablaba
un viejo cuervo, carcomido por el rencor y la envidia que el noble y respetuoso
búho producía en él.
—La verdad, es que nunca entenderé
que mi presencia cause molestia a los demás, nunca he presumido de nada, y no
es razonable que por el hecho de hablar claro y conciso en todo aquello que
manifiesto, no creo sea motivo para que otros tengan que inventarse un pasado
desagradable de alguien a quien ni siquiera conoce —aclaró el búho.
—Amigos no hagan caso, con sus
insultos siempre quiere humillarnos y ser el centro de atención, una vez… fui
su amiga; me marché de este sitio porque había animales que me hacían la vida
imposible y gracias a él un día… retorné al lugar y cuando regresé no era la
misma cría indefensa y desvalida que él había conocido. Tras mi regreso me hice
amiga de mis enemigos y entonces él, me negó su amistad —hizo saber la
mentirosa y arrastrada sabandija tratando así una vez más ser ella el centro de
atención.
—Gozáis de la misma
verosimilitud que poseen vuestras tergiversadas y malintencionadas palabras
—señaló el astuto e inteligente búho.
—Búho, tendrás que reconocer
que tu trabajo está siendo acaparado por nosotros y tu futuro es incierto
—señaló un trasnochado, aburrido y envidioso chorlito en tono irónico; además
de ser un asiduo acompañante de la asquerosa, repugnante, viciosa, vieja y
desplumada cacatúa.
—Pido disculpas a todos los
presentes, me excedí al referirme al búho en ese tono; pero es poco
inteligente, sí se hubiese hecho amigo mío, sin mencionar profesiones, le
habría ayudado a aprender a expresarse correctamente y así él podría lograr su
objetivo literario. Pero es tan necio y obstinado que prefiere ir de listo,
además, en otros sitios se oculta tras una careta para evitar ser conocido por
quienes se acerquen hasta dicho lugar.
Al no hallar en sus
provocaciones que el búho le replicara con insultos y despropósitos, era tal la
excitación que le propinaba que no podía evitar que su lubricada, maloliente y
transitada cloaca comenzase a gotear. Cuyos pestilentes, enranciados y
vomitivos jugos vaginales, degustaba felizmente y creyendo ser el responsable,
el pánfilo, promiscuo y traga babas del necesitado cuervo.
—Bravo amiga así se habla —graznaba
el ponzoñoso, desvergonzado y malherido cuervo, quien justificaba su fijación y
ataque contra el búho porque éste expulsó tiempo atrás a una vulgar y promiscua
corneja que era cortejada por el libidinoso cuervo.
Al verse arropada por su
halagador, confidente y embaucador amigo: «Amigo cuervo, por tu sapiencia y
saber estar, ya te dije que para mí eres un Gran Cuervo, no como pretende ser
el egocéntrico, prepotente y borracho búho… el cual cree que habla y escribe como
un Premio Novel en Literatura. Cuando todo lo que tiene escrito no es más que
basura» —le respondió la deslenguada cacatúa.
—Bravo amiga le has puesto en
su lugar a ese zafio, necio, estúpido personaje de mal vivir con argumentos y
razones, siempre se está presumiendo de que escribe y habla mejor que las
personas humildes —respondió la desordenada y trasnochada comadreja desde la
cama.
Desde la sierra acudió la
lechuza y se unió al grupo, aunque tarde y a deshoras como siempre
manifestándose a favor de todos los reunidos, pero haciendo hincapié en su
estimado y lambucero lamedor de conchas desahuciadas.
—¡Te felicito amigo cuervo por
ser claro y conciso! Has sido muy valiente por contar la vida de este oscuro y
siniestro personaje. Y, también a ti mi estimada y querida cacatúa, se ve
claramente cómo te desenvuelves hablando y escribiendo, ¡No como otros!
Animada una vez más por el
apoyo incondicional de sus fieles embaucadores, halagadores acompañantes, ésta
haciendo alarde de su sabiduría quiso despedirse de aquella satisfactoria
reunión de una manera poética para hacer ver a todos incluido el búho, que en
esta materia ella es erudita: «Cómo una pompa de burbuja… amiga comadreja eres
una bruja».
Tras lo cual, todos aplaudieron
y halagaron la brillantez y elocuencia que esta había utilizado para
demostrarle al búho, que ella se había ofrecido para darle clases de oratoria y
persuasión.
«El búho tiene el mismo derecho
a ser respetado que las demás alimañas que habitan en el bosque», pienso.